sábado, 5 de septiembre de 2020

BENGALA

 BENGALA  

....ese dia fue terrible para mi, estaba tan absorto en mi trabajo, que no note su presencia hasta que se puso justo detrás  de mi, su sombra también me ayudo un poco, yo instintivamente, guarde la navaja abierta y su brillo cómplice me dio muy mala espina.

- que escondes ahí

-nada, estaba aquí sentado a la sombra

-dame lo que escondes en tu mano

-no es nada

...mientras decía esto trataba de esconder aquella preciosa navaja con cachas de nácar, que por fin ha vuelto a mis manos, ya veteranas, quizás demasiado, pero aun ágiles con los aceros afilados.

-Te he dicho que me des lo que tienes escondido en esa mano.

...y dijo eso apuntándome con el dedo de señalar de esa mano que yo tan bien conocía.

....al decir esto me agarró del hombro con una mano y con la otra tiro del mango de la navaja, yo sentí el fuego del corte en el dedo gordo de la mano, quedó limpio y de pronto empezó a sangrar con ganas, como una queja,  aun tengo la cicatriz.

-no me desmayé porque estaban mis amigos y Maribel, una vecinita del barrio que me había pedido una bengala tallada, al final la figura de madera y la navaja desaparecieron, la madera fue al fuego, lo se seguro, la navaja, volvió a mis manos, mas de medio siglo después...

-hoy recuerdo con nostalgia aquellos años  y de tantos amigos que se han quedado en sus propios viajes, y de mis tallas de madera y las bengalas y de Maribel.

...deliciosa Maribel, única, bengalas cientos.

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