viernes, 11 de septiembre de 2020

11 de Septiembre El Bastón

11 de Septiembre  El Bastón

....era jueves, han pasado tantos años y aun me acuerdo, Septiembre dia 11, un poquito antes de comer, alrededor de la una de la tarde, el verano aun apretaba un poco, pero las nubes que volaban sobre nuestras cabezas nos daban una respiro, ellas y los pocos años que teníamos, mi vecina Maribel y otros niños estaban agachados y en corro, yo subía del río pues tenía que estar a la 13h en casita, para la comida, si no, al dia siguiente castigado, así eran las cosas. Fue llegar y marcharse todos a sus casas, nos habíamos quedado solos en esa pequeña ladera que bajaba hasta la carretera por la que solían pasar los camiones que bajaban a buscar arena al río Manzanares para la empresa Banús que estaba construyendo, empezando el Barrio del Pilar. Habia un monton de barro que ella estaba removiendo con el palo de un polo de menta, aun tenia un poco de color del tinte de aquellos deliciosos helados de hielo con sabor. 

-Eso está un poco seco.

Mi amiga me miró y preparó con esa alegría que ella tenía, un pequeño volcán en aquel montoncito de barro. Me hizo un gesto que yo conocía.

-que caiga todo dentro.

Así que yo saqué la pilila por un lado del bañador y empecé a llenar aquella oquedad, mientras mi vecina iba arreglando los desperfectos por los que se escapaba el pis, tan entusiasmado estaba, que no note su llegada, hasta que no vi sus botas militares brillantes y limpias.

Me quedé de piedra, pero un coscorrón en la cabeza me volvió a la realidad.

-Vamos para casa!

-Si, ya voy, hasta luego Maribel.....

Ella debería estar más asustada que yo, se quedó como una estatua, muda.

La casa  tiene un pequeño hall de entrada y detrás de la puerta de la calle está un bengalero, donde se ponían los paraguas y donde yo guardaba los palos para hacer las bengalas, tenía uno de mimbre que estaba tallando para regalarselo a Maribel, aun estaba un poco verde, lo cogimos hace dos semanas de la orillita del río, pero la han prohibido que baje más veces al río a solas conmigo. 

Pues bien, a lo que iba, iba cagado, atravesé el umbral de la puerta de la casa,  y según entraba en el salón dije cortésmente, ya estoy aquí, que quieres, entonces vi la luz, me acababa de dar un vergazo con la rama de mimbre que yo tenía malamente escondido detrás de la puerta y se me iluminó hasta el pelo, lo vi todo reluciente, el segundo golpe me volvió a la realidad, solían ser seis casi siempre, pero el tercer vergazo fue más creativo, por un lado le arranco la cabeza al león de escayola, que ya estaba muy herido de otras escaramuzas anteriores, pero horror, dio con el puño un golpazo en aquel cenicero de alabastro donde estaban algunos botones, un dedal, un par de medallas y un escapulario y la llave de la casa de la vecina que ella solía perder. El cenicero se hizo añicos al caer al suelo, esa es la verdad. Todos nos quedamos quietos, yo enseguida vi que el peligro para mi habia pasado, no llego la sangre al suelo.

...yo veía sangre, algunas gotas en la alfombrilla amarilla de la entrada, me palpe a ver de dónde eran y vi con horror que de su mano temblorosa colgaban estalactitas sangrientas, él también se dio cuenta, entró en la cocina y puso la mano debajo del grifo, casi me desmayo de ver tanta sangre ajena.

Mi madre entro desde el patio y al ver el bastón y aquel desastre, lo primero que dijo asustada.

-que le has hecho al chico, que eres un burro.

-sal de mi vista, vete a tu habitación!

Yo sali rapido y subí a mi cuarto, allí estaba más seguro y eso que la puerta no tenía cerrojo.

....ni baje a comer, unos golpecitos en la puerta me despertaron, era mi madre y ya había anochecido, me traía un plato con comida, es extraño ya no me acuerdo de mas.

Estábamos de vacaciones y yo, cosa rara había aprobado todo el curso, me levanté y noté en mi cuerpo toda la dolorosa violencia del dia anterior.

 -A desayunar...

Bajé corriendo la escalera y zas, directamente me choque con mi padre.

-Coño, te he dicho mil veces que no bajes asi.

Su instinto le pudo, levantó la mano para darme y un quejido se le escapó.

Se le había puesto la mano como un pie de hinchada, y de varios colores, morado y amarillo y ligeros toques verdes.

Procuré permanecer serio y creo que lo conseguí, quedaba por delante todo un verano de vacaciones....


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