martes, 7 de junio de 2016

LOS PONETTA 14

 LOS PONETTA 14 La soledad

    Demasiados recuerdos.
Pero vayamos al presente y veremos como la familia Ponetta recupera cierta normalidad, la casa de comidas se mantiene con dificultades. Los malos tiempos y algunos clientes habituales que ya no lo son, traen una rutina de supervivencia al negocio. Nuestro amigo Pim Pam sigue estudiando, aunque no va tanto a clase pues algunos compañeros y otros que no lo son a veces se ríen de él. Poco a poco va cambiando algunos hábitos y se vuelve mas solitario.
Sus amigos se fueron a estudiar a Coimbra y Oporto. Susana y su familia se fueron a Francia, por el trabajo de su padre.
Ella le escribía de vez en cuando y Pim Pam también, pero con el paso del tiempo el joven Ponetta algo desanimado dejó de hacerlo y se acabó la correspondencia, aunque el siempre siguió escribiéndola pero sin mandarla ninguna carta. La contaba lo bien que le iban las cosas, que había terminado sus estudios con buenas notas, pero que ni iba a ir a la universidad. Que iba a seguir estudiando idiomas, y que además del portugués, el español y el italiano, también dominaba el ingles y el francés y que pronto empezaría con el alemán. Que con idiomas y con cultura una persona puede desenvolverse en cualquier lugar del mundo y que muchos besitos y abracitos, que se le iban quedando en el cajón de su escritorio, donde también guardaba todas las historias y cuentos que se le iban ocurriendo entre esas cuatro paredes en las que pasaba la mayor parte del tiempo, de su tiempo.

-Hijo, vamos de paseo a ver los almendros en flor, que están los arboles blancos como si hubiera nevado.

Y él haciendo un esfuerzo se ponía su sobretodo largo, que aún hacia frío y bajaba con la mejor sonrisa de su boca ladeada para darle el gusto a su querida madre. La madre siempre encontraba pretextos para sacarle de casa, otras veces le decía que la acompañase al cementerio para llevar flores a sus abuelos, pero él no quería ir porque en esos días estaba lleno de gente que él ya no conocía y que le miraban mientras cuchicheaban con una sonrisita de misericordia que a él se le llevaban todos los diablos y además estaba enfadado con sus abuelos y siempre les reprochaba mientras limpiaba la sepultura que no volviesen a visitarle mientras dormía, aunque eso le angustiase, así que si podía no iba. Se quedaba en casa escribiendo pequeños cuentos e historias, todas llenas de humor y que a él le gustaría escenificar en el teatro o en el circo y hacer felices a la gente y a los niños como querían sus abuelos y él mismo. 

No hay comentarios: