lunes, 11 de marzo de 2019

La huida de doña Rosa




 LA BARQUERA


....cuando doña Rosa apareció en el pueblo, daba miedo verla, su mirada huidiza, su boca desdentada su poco pelo apelmazado y su vestimenta, cuatro trapos entre negros y pardos, hechos jirones y descalza, con aquellos pies heridos de miles de pasos dados alejándose de una muerte segura.
...su suerte fue la niña barquera que la cruzó el río, mientras se acercaban aquellas turbas que la querían quemar en la hoguera.
...su delito, usar sus conocimientos en ayudar a los vecinos donde ella había vivido durante tantos años.
...su casa, una cueva preciosa, yo nunca la vi, pero me la imagino. Tenía una ventana y una puerta. La primera cambiaba de tamaño, según el tiempo que hiciera y la puerta era difícil verla, pues aquel maravilloso carvalho pegado a ella, como a un amante, solo se apartaba un poco cuando era necesario, después solía volver a su posición protectora, no en vano la puerta había sido construida con los restos de madera de una carvalha vecina que había sido su madre y que aquellos vecinos inmisericordes habían conseguido quemar casi por completo.
Dentro de la casa, muchos libros, alacenas llenas de libros y de frascos con hierbas secas y polvos de colores, y óleos, ungüentos y cremas....y varias teteras.
Tenía la casa dos habitaciones, una pequeña que era su dormitorio, con una cortina de flores, que realmente olían a flores y que cambiaban según la temporada. La habitación principal, era mas grande y servía para todo, tenía una pequeña cocina, que se encendía sola, cuando era necesario, el resto de aquel salón estaba abigarrado además de alacenas repletas de libros y de cosas, tenía al fondo una lareira preciosa en aquel rincón....en ese no, en el otro....con unas bancas con respaldo de la madera del árbol quemado....allí se sentaba en su soledad a leer en el fuego, doña Rosa...pero aún no había visto en las llamas, los tiempos que se avecinaban...

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