CUENTOS DE MALCATA
3 El gallo Ciriaco
El corral del tío Ruso, después de la caída del rayo, que dejo a todos chamuscados, se fue ampliando. Ahora, aparte de las gallinas y el apuesto gallo, el pavo y el cerdo, y el perro que enseño a ladrar a la gallina, el señor Ruso había traído nuevos huéspedes. Una vaca, tres ovejas y una cabra, el gato que de vez en cuando venia a cazar ratones, seis patos ruidosos completaban el aforo.
Y así iba el tiempo pasando. El nieto de la gallina Gina, un pollo, aun seguía conservando la apariencia de una futura gallina, pero cada vez le costaba disimularlo mas, cuando oía que venia el señor Ruso, se ponía sentado en el ponedero y ponía cara de apretar, por dos razones, la primera según su abuelita Gina es que las gallinas viven mas años que los gallos y la otra porque así ponía contento al amo.
Un día, ya con los fríos del invierno de fin de año, y con el patio del corral lleno de nieve, Ciriaco vió venir al dueño y rápidamente corrió camino del ponedero, pero, !traición!, al torcer para dirigirse a la entrada, un patinazo le hizo ir a parar directamente al bebedero y allí cayó de pico, ante la mirada asustada de todo el corral y divertida del señor Ruso. Pero el pollo Ciriaco no se inmuto, se levanto todo digno y con alguna dificultad consiguió llegar al nidal. Y claro detrás de el entro el amo, que fue directamente hacia el, lo cogió de las alas y directamente le metió un dedo en el culo.
El pollo Ciriaco no se lo podía creer, él se sentía muy querido por los vecinos del corral, alguno le daba picotazos cariñosos, otros le lamían a veces con alguna intención oculta, pero esto no lo podía creer.
Bueno, la experiencia no fue desagradable, muchas veces él había visto que eso mismo le hacían a las gallinas y están se quedaban quietecitas, así que se abstrajo y en eso estaba cuando noto que el dueño le retiraba el dedo, un poco ciscado. Después de limpiarse en el pantalón, el señor Ruso miro al gallo y le dijo, tu te vienes conmigo para la cena de Nochevieja y mirándole a los ojos al pollo le dijo, tu te quedas de gallo del corral. El recién ascendido y mojado Ciriaco, se quedo un poco transpuesto y un poco celoso por no haber sido invitado para la cena de fin de año, tanto, que no sabia que responder, pero estaba contento, acababa de ganar, sin saber, un año de vida más, y encima con todas las gallinas haciendo méritos sólo para él.
Sonrió como solo los pollos son capaces de hacerlo, tosió un poco para llamar la atención, dio un par de aletazos, dejando las alas abiertas y mostrando su pechuga,que ya apuntaba maneras de gallo.
Su abuelita, la gallina Gina, escarbaba en el suelo del corral, afilando sus uñas, que nunca se sabe, mientras miraba con orgullo a su nieto preferido.
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