martes, 7 de junio de 2016

El último cigarro

 EL ULTIMO CIGARRO.


Mi abuelito Cacum, fumó toda su vida, y cuando dejó de fumar, nadie se enteró, ninguno le felicitó, yo tampoco. Yo mismo me decía, este abuelito mío no es el mismo, se parece, pero tiene un algo que le da otro aire. Y le miraba fijamente, observándole de cerca, casi acosándolo, que es una palabra de amplio significado, según quien la emplee. Él, las primeras veces que se sentía mirado, se limpiaba la nariz con la manga de la camisa.
-No es eso abuelito, no tienes ningún moco pegado.
-Entonces, porque me miras todo el tiempo y de esa manera. 
-No te miro de esa manera, que encima desconozco cual de ellas es. 
-Me espías y ya me tienes frito. 
Mi abuelito Cacum todo lo lleva al tema de la comida, pero es por el vino. 
-Mira abuelito, te miro mucho por tres cosas, la primera es que me gusta verte, la segunda porque cuanto mas te miro menos te pareces y la tercera porque como eres viejecito así tendré tu recuerdo, cuando te mueras. 
-Joder con el mocoso, que manera de animar tienes. 
Y así íbamos pasando el tiempo  y seguíamos mirándonos de reojo, el, a ver si yo le miraba y yo sin saber si él era realmente el mismo de antes. Había amanecido un poco antes de lo normal, y el cielo sin una nube, tenia asomado un sol un poco lejano, triste y frío, poco luminoso. Un ruido de pasos me hace girar la cabeza, y allí esta radiante El Cacum, traía un cigarrillo de tabaco en los labios y los brazos abiertos pidiendo un abrazo, y mi abuelito es de los que abrazan y saben. Ese era mi abuelito, el de siempre, olía a lo mismo de toda la vida y su tos me producía una especie de seguridad que me reconfortaba. 
-Abuelito, todo este tiempo que te notaba un poquito raro que te pasaba?, estabas hasta mas triste, hoy estas contento te veo feliz. 
-Te voy a decir la verdad, estoy contento porque viene mi hija a verme, y antes estaba triste porque había dejado de fumar hacia dos meses y nadie se había dado cuenta. 
Y la vida continua con nuevos retos y viejas recaídas, con la alegría y la ilusión del encuentro esperado y con esa tos que acompaña a mi abuelito como un perfume ruidoso.

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