viernes, 18 de marzo de 2022

DON CELESTINO

Don Celestino L.G.

 
 

...El doloroso legado de don Celestino, que era lo más parecido a un sátiro y depredador  de niños, solo de niños y lo más alejado a la idea angelical y religiosa que en aquellos tiempos aún conservaba, a él le debo, haber empezado a desmontar todas aquellas liturgias y aquellos dogmas peregrinos e incomestibles, a él y a otros sacerdotes que fueron enseñándome la realidad de aquellos funcionarios de la iglesia. 

-Toma esta medallita, que te protegerá de todo mal. 

Su sola cercanía me producía un efecto terrible, era un cura bajito, calvo, regordete y olía mal, todo el, pero cuando el se aproximaba con cualquier pretexto, su boca exhalaba una peste de cloaca, esa era la verdad, sus hombros anchos y su sotana amarillenta tenían una cubierta incierta de caspa y dejadez, en el fondo era un hombre sin fe, creo. 

Sin embargo, se codeaba con todo un regimiento militar, desde los tiempos de la guerra civil, donde estuvo de capellán en un pueblo de Burgos, en el hospital de sangre, durante aquella masacre cainita. 

...Y tenía su graduación militar, exactamente era teniente coronel, capellán de la casa militar. Él, que fue mi profesor de religión en bachillerato, me hizo descubrir mi odio a los pantalones cortos.

-Si mama, he crecido mucho y me parece infantil seguir llevando los pantalones cortos de Carlitos. Ni que decir tiene que en aquella temporada, vivíamos una escasez muy acentuada de ciertas cosas, era notorio la falta de alimentos en los múltiples economatos y las tiendas de moda infantil y o familiar eran las manos abnegadas de nuestra madre y una maquina de coser Singer que ocupaba la parte mas principal del salón, después de la mesa camilla, luego vendría la tv, impartiendo doctrina desde el paseo de la Habana .

-A lo que iba que me pierdo.

-Resulta que don Celestino, nos hacia preguntas en su temible clase de religión, a los niños nos testaba sacándonos al encerado y nos ponía cerquita de su mesa de madera de árbol, en una zona neutra desde donde los otros compañeros y compañeras no divisaban sus tropelías.

-La primera vez que me nombró, salí y me acerqué inocentemente al estrado, él me recibió paternalmente y me rodeo los hombros con su brazo derecho, mientras me apretaba contra su pecho.

-Miembros de la Santísima Trinidad...

Fue su pregunta.

-El Padre, el Hijo y aun no había llegado a terminar la respuesta y él ya tenia la mano metida en mi entrepierna, acariciando mi sexo y oh dolor doloroso, en esa época recuerdo que cualquier cosa me ponía el miembro totalmente erecto, me quede quietecito y mientras respondía"el Espíritu Santo", conseguí escapar discretamente de su abrazo de oso, eso si con el pene aun tieso...

Luego siguieron otros y el repitió las mismas estratagemas, con otras preguntas...



 
 

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