lunes, 6 de junio de 2016

EL CRISTO DE EL PARDO

  EL SEMINARIO

   EL CONVENTO FRANCISCANO

Mi abuelito Cacum, me contó una historia de su juventud, que tenia muy escondida, el tiene muchos secretos, y le cuesta soltarlos, pero cuando los cuenta no lo hace por maldad, prefiere guardarlos. Resulta que cuando tenia trece años cumplidos, decidió que quería ser fraile franciscano, y llevaba unos meses dando la tabarra en su casa.
Así que cuando se cansaron de aguantarlo, su padre le llamó , y el acudió como siempre, repasando si había hecho algo malo. Pero no era tiempo de bronca. Su padre le dijo: esta todo hablado, te vas con tu hermano mayor al convento y hablas con el padre Benito…. Un fraile con toda la barba.
Será bueno que conozcas el convento por dentro.
Mi abuelito se asomo a la ventana y comprobó, que la torre del campanario seguía en el mismo sitio y rodeada de nubes, el día estaba revuelto.
A media tarde, salieron con la cansada tarea de llegar andando hasta el objetivo.Yo subía despacio, y mi hermano me apremiaba, para que me diera mas prisa, porque amenazaba lluvia, dice el Cacum.
En ese justo momento se abrió el cielo, y empezó un concierto de rayos y truenos, con caída de granizo como canicas. 
Corrieron y corrieron como gamos, hasta la puerta lateral del seminario y una tronada encima de sus cabezas, les dejó pegados uno contra otro.
A cincuenta metros se abría generosa la puerta del cementerio, que ambos habían visitado tantas veces, para ver las tumbas.
Las había de todos los gustos y estilos.
Le llamaban la atención a mi abuelito, aquella fila de tumbas, todas iguales, que guardaban los cuerpos de los frailes que morían en el convento, y una que tenia rota la losa de encima, y que si te asomabas se veían los esqueletos en el fondo.
También le causaba sorpresa aquella campa aparte donde enterraban a los que no eran creyentes o algo así.
Otro trueno, les hizo tirar de la cadena de la campanilla, a los dos a la vez.
Al fondo se escucho el sonido de la campanilla.
Mi abuelito le pregunto a su hermano si se quedaría, mientras hablaba con el padre Benito.
El hermano le dijo: será mejor que te quedes solo con el, y así os conocéis, y te enseña todo, y yo mientras me voy para casa, y después cuando termines, vuelves tu, solito.
Todo esto me lo decía con una pequeña sorna, y mirando de vez en cuando, con recelo hacia el cementerio.
Volvió a tirar de la cadena y se volvió a oír el toque de la campanilla al fondo del edificio, en ese momento se oyó abrir una puerta, y cerrarse, y también los pasos monocordes, que desde lejos se acercaban, y de repente, un rayo que debió caer en la torre del campanario, nos puso los pelos de punta, dice mi abuelito.

El sonido de los pasos se oían mas cerca.Sin saber como, me gire y salí corriendo, mientras la puerta se abría con un chirrido, que oía mientras me alejaba de mis anteriores ilusiones, dice. Mi hermano se disculpo y salió corriendo detrás de mi, mientras me insultaba y me amenazaba, y todo mientras duró la carrera de dos kilómetros, hasta casa, donde llegamos como si nos hubieran tirado al río, recuerda mi abuelito sonriendo. Hoy mi abuelito Cacum me ha llevado a ver el convento, y una talla en madera policromada de Gregorio Hernández, que el dice que es una obra de arte. Pero no hemos entrado en el cementerio ni tirado de la cadena de la puerta y el día estaba radiante, con un sol que nos quería, con suavidad, amorosamente......Y después bajamos la cuesta en coche, como los señores, dice el Cacum.Yo digo que si, como los señores mayores, pero lo digo bajito. 

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